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Pablo Knopoff en La Voz del Interior – 13/10/2018

El metro cúbico del humor social

Agotados los verbos en tiempo futuro, el Gobierno está obligado a mostrar acciones en un presente esquivo.

La consultora Isonomía utiliza un método para radiografiar a la opinión pública: lo llama el primer metro cuadrado, que alude al espacio individual en el que se mueven la economía y las expectativas de cada argentino.

Con ese termómetro, los encuestadores intentan establecer, en determinado tiempo y lugar, lo que resulta de la relación dinámica entre la macro y la microeconomía.

Salario, ahorro, empleo y consumo son las variables. Más allá de los detalles, lo que se percibe en ese metro cuadrado es, en esencia, una creciente preocupación que deviene en desánimo, malestar, incertidumbre y sensación de desamparo.

El plan de un cobro adicional retroactivo en las boletas de gas, por el desfase de precios que están dolarizados, llevó a medir el humor social en metros cúbicos. “En promedio, la preocupación no se ha traducido en enojo o hastío. No está cerca de esa frontera, pero se mueve a mucha velocidad”, advierte el director de Isonomía, Pablo Knopoff.La medida ya fue desactivada, pero dejó al desnudo la trama de esa especie de riesgo país autóctono que, en el fondo, también explica por qué las tasas de interés siguen arriba del 70 por ciento.

Guste o no, la norma en la que se cobijaba el secretario de Energía, Javier Iguacel, reconoce a las petroleras el derecho de percibir la diferencia cambiaria, con un precio que queda abierto seis meses. En ese platillo también pesa el papel de esas empresas en Vaca Muerta.

Pero, claro, el tamaño de la devaluación y el contexto inflacionario y recesivo son condicionantes demasiado grandes. El resto queda en el tembloroso pulso del sentido común, siempre amenazado por la volatilidad política y los errores no forzados del propio Gobierno.

En lo discursivo, el saldo de lo que pasó es grotesco, en un momento en el que Cambiemos intenta tejer una empatía con el estado de ánimo generalizado.

Hace varias semanas que abandonó la gestión de expectativas -a través de la cual siempre habló de un futuro mejor que nunca llegó- para arrimarse a la desazón de los bolsillos.

Pero eso también conlleva el riesgo de sentarse a llorar por horas con la viuda. El consuelo no puede ser eterno. De allí que la semana que pasó haya cerrado con medidas para el Procrear, la construcción y el alquiler de viviendas, y para poner un tope a las cuotas de los créditos hipotecarios UVA.

Una forma de mostrarse activo entre tanta parálisis, y una clara prueba de que, agotados los verbos en tiempo futuro, el Gobierno está obligado a mostrar acciones en un presente esquivo.

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