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Juan Germano en La Nación – 21/07/2018

La estrategia del silencio: por qué dirigentes opositores eligen callarse

Ni frases confrontativas, ni propuestas alternativas. Silencio. Para algunos dirigentes opositores, esta es una de las principales estrategias y también la opción menos costosa.

Sin dirigentes políticos que lo confronten directamente, para el Gobierno, la tormenta -palabra a la que aludió varias veces esta semana Mauricio Macri para describir la crisis financiera y económica- es más difícil de pasar. El silencio es la opción que eligieron figuras como Cristina Kirchner Sergio Massa, que no se muestran en actos políticos ni exhiben una hoja de ruta definida.

Con un sector del peronismo que busca mantenerse lejos del kirchnerismo y no termina de establecer un candidato con chances de vencer a Mauricio Macri, la figura a la que más se identifica como opositora es todavía la expresidenta Cristina Kirchner. Si bien se disparan desde su núcleo duro las evidentes intenciones de Agustín Rossi e incluso se mide la imagen de Axel Kicillof, la posibilidad de que sea Cristina quien se oponga ante el oficialismo el año que viene es la más seductora para sus seguidores. Ella, por su parte, se mantiene fuera de los micrófonos, con escasas apariciones y declaraciones públicas. Emite mensajes a través de su cuenta de Twitter o su cuenta de Telegram, casi todos en relación con la coyuntura latinoamericana, como las elecciones de México y la situación judicial de Lula da Silva. El silencio, según advirtieron consultores como Ricardo Rouvier y Gustavo Córdoba, le es redituable.

Según el editor y ensayista Alejandro Katz, la actualidad muestra una reacción muy pobre de la clase política, donde todos los dirigentes saben qué tienen que decir para que sus seguidores tradicionales los legitimen, pero ignoran qué decir para convencer a los indecisos.

“Hay falta de imaginación, y la política argentina demuestra que no tiene respuestas para una situación que es muy complicada. Se ha perdido la función pedagógica de la política, nadie puede imaginar caminos alternativos”, explica Katz. Para él, nadie quiere decir cosas difíciles y no hay “nada nuevo” para decir. Por eso, a muchos dirigentes el silencio le parece la opción menos costosa. Coincide, además, en que al oficialismo le conviene posicionarse frente al kirchnerismo porque tiene una necesidad de revitalizar el pasado para reivindicarse.

Para Juan Germano, director de la consultora Isonomía, si Cristina tiene que salir a decir algo, tiene que salir a golpear al Gobierno, y esto -indica- no coincide con lo que busca ese electorado que no tiene dueño, que busca un perfil más dialoguista y menos confrontativo, como los perfiles de los potenciales presidentes en las elecciones de 2015. “Las formas de Cristina son muy efectivas para su núcleo de apoyo, pero poco para este electorado más independiente que no se identifica ni con el Cambiemos ni con el kirchnerismo”, dice Germano. “La oposición necesita que Cambiemos se golpee solo”, agrega.

Hay un sector del electorado, que es el que definiría ante un escenario de ballotage y equivale a un tercio de la sociedad, que no se identifica a sí mismo como opositor ni como oficialista.

Lucas Romero, director de la consultora Synopsis, explica que si bien este silencio ocasiona mejoras al margen [en la imagen de Cristina Kirchner], cuando la opinión pública está enojada, la recomendación es “callarse, no mostrarse, porque el que hable también va a ser destino de esa opinión pública enojada”.

“Cuando preguntamos a quién se identifica espontáneamente como dirigente opositor, el nombre que surge en la respuesta de la gente es ‘Cristina y el kirchnerismo’. Y eso es un factor que inhibe a la gente a sentirse identificada como opositora. Eso quiere decir que si se identifican como opositores, se identifican con el kirchnerismo, y como persiste un sentimiento refractario hacia Cristina Kirchner, esto impide que ese sector de la opinión pública se sienta opositora de este gobierno”, señala Romero.

Valentín Nabel, CEO de la consultora Opinaia, dijo que con cualquier aparición de Cristina va a remitir a la denominada “herencia”. “Mientras no hable, toda responsabilidad es de Mauricio Macri, porque no se cumplen las expectativas que él había creado. Si ella habla de la economía, van a recordarle en qué estado dejó el país, la situación de Santa Cruz, y la situación de Venezuela. Entonces, mientras ella no hable, el problema es del Gobierno”, explica Nabel.

En cuanto a Sergio Massa, quien también se mantiene con un perfil bajo, Nabel opina que más que una estrategia es una cuestión de posicionamiento. “Al menos en términos marginales, Massa ha crecido, y su credencial más fuerte hoy es la de asociarse con Lavagna, por cierta idea de estabilidad económica”. Según explica, por el nivel de crecimiento y penetración que tiene Massa en el electorado, va a tener que ser un jugador más activo hacia fin de año, ya que él ganó en enemistad con el kirchnerismo en 2009.

Germano señala que el desafío de Massa es esperar: “Su juego depende mucho del Gobierno, y tiene que esperar a que ese electorado termine de frustrarse”.

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