Isonomía en La Nación – 12/01/2017

Tres espacios y múltiples desafíos con vistas a las elecciones

Por: Juan Germano

Cristina Kirchner terminó el año mejor posicionada como opositora que como ex presidenta. El 43% considera que es “la principal opositora al Gobierno”, contra un 22% que ubica allí a Sergio Massa. Hasta ahora, no hay otros referentes que quieran ocupar ese rol. Paralelamente, su imagen muestra más menciones negativas (60%) que positivas (36%). Cristina no logra ser extrañada como presidenta por fuera de los núcleos más ideológicamente cercanos (donde su imagen positiva llega al 70%) ni como referente de un “frente ciudadano”.

Entre los electores que debe buscar -en su “público objetivo”- su imagen positiva es igual a la negativa: 48%. Sigue dividiendo aguas, mientras que debería apuntar a fortalecerse ante los “decepcionados” con el actual modelo.

El kirchnerismo tropieza con el hecho de que casi el 60% dice que Mauricio Macri necesita tiempo. Y aun si la gestión actual fallara, ser oposición no es garantía de voto.

Macri cerró el año con valores de aprobación de su gestión razonables (56%) e imagen positiva (58%). Gran parte de estos números se explican porque la ciudadanía le otorga un peso preponderante al pasado: el 56% cree que las medidas tomadas son consecuencia de la situación heredada. A su vez, las expectativas de que “se estará mejor en el futuro” resultan también importantes para explicar los niveles de apoyo.

Su principal problema es que no se ha consolidado a partir de una agenda visible de mejoras. Su sustento es importante, pero altamente frágil. Muchas veces, las demandas aún indefinidas de la gente terminan encontrando su cristalización política sólo cuando se les presenta un tablero de opciones políticas concretas. La ausencia de este escenario genera patrones de relativa estabilidad en la opinión pública.

El Gobierno cuenta con María Eugenia Vidal. De hecho, más del 10% de los bonaerenses pueden ser catalogados como “vidalistas no macristas”. El factor económico será fundamental, pero no suficiente para explicar una potencial victoria o derrota electoral. Si bien los resultados electorales suelen correlacionarse con el bolsillo, el crecimiento proyectado para 2017 (alrededor del 3%) no alcanzará a todos los sectores por igual. En este escenario dual, es trascendental entender cuál es el tema clave que la ciudadanía considera que se juega en estos comicios. En este punto el Gobierno corre con ventaja, ya que parece encaminarse hacia unas elecciones con el kirchnerismo vivo -lo cual le permitiría repetir el mismo mandato de las elecciones pasadas, el cambio contra la continuidad- y con el peronismo dividido. Entender el mandato de las próximas elecciones y forjar la capacidad para representarlo es la principal arma con la que Cambiemos se deberá enfrentar a los comicios venideros.

Al igual que Macri, Massa comprendió que la construcción de su identidad no puede ser estructurada bajo un único mote partidario y por eso Stolbizer juega un rol trascendental. Ella posee un 80% de imagen positiva entre los votantes de Cambiemos, por lo que un proceso de posicionamiento mayormente opositor puede golpear de lleno en su base de apoyo. Cerca del 60% considera que “Macri necesita tiempo”, lo que exige que en el espacio primen la paciencia, la precisión discursiva y, sobre todo, evitar dar señales de oportunismo. Massa convive con una particularidad: alta imagen positiva (62%), con una credibilidad considerablemente menor (36% le cree cuando habla). Esta situación, si no se trabaja con mucho cuidado, puede resultar un elemento fatal.

Al sacarles una foto a quienes hoy afirman que votarían por Massa, uno encuentra que el 70% tiene imagen positiva de Vidal y el 74% cree que a Macri hay que darle tiempo. Una mitad considera que debe volver al PJ y la otra afirma que no. La creación de una avenida del medio no sólo es complicada en términos estratégicos, sino dentro de la propia base del Frente Renovador.