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Isonomía Consultores en La Nación – 11/01/2015

La herencia imperfecta y sin dueño

Por Jorge Liotti  | LA NACION

El inicio de los años de elecciones presidenciales ofrece una imagen preliminar, pero instructiva, del entorno político en el que se va a desarrollar la pelea por el poder. En enero de 2007, el dilema central estaba sintetizado en una expresión de Néstor Kirchner : “Pingüino o pingüina”. En el fondo, el acertijo reflejaba la holgura con la que llegaba el oficialismo a esa instancia, que le permitía incluso contar con dos candidatos posibles.

En enero de 2011, la muerte de Néstor Kirchner todavía era un recuerdo cercano, y Cristina exhibía la imagen sufriente de una viuda expuesta al desafío de seguir gobernando el país. Su recuperación anímica y política, y la canalización del renovado fervor militante en torno de ella eran en ese verano los ejes del incipiente proceso electoral. Ella era la figura dominante, la única heredera auténtica del proyecto.

Este año el panorama es muy diferente, no sólo porque el kirchnerismo siente que se quedó sin un representante genuino para continuar en la Casa Rosada, sino porque comparte el protagonismo con otras fuerzas políticas en un marco de profunda incertidumbre electoral.

El kirchnerismo puro intenta salvar el primer déficit con una metáfora política que el senador Juan Manuel Abal Medina definió como “la re-reelección del proyecto”, lo que equivale a admitir que, ante la falta de un candidato auténticamente propio con posibilidades de ganar, lo relevante es sostener “el modelo”, no tanto quién es el ejecutante. Esta extraña alquimia de postular un plan sin líder en un país caracterizado por el hiperpresidencialismo en realidad parece más una búsqueda por prolongar por otra vía el liderazgo de Cristina Kirchner . El camporista José Ottavis expuso esta semana el pensamiento de este núcleo duro: “Les sugeriría que no se distraigan con la interna de la interna, porque 2015 no depende de trenes [N. de la R.: léase Florencio Randazzo], mate en la mano [quizá Julián Domínguez], de naranjas [clara alusión a Daniel Scioli] ni de exprimidores de naranja [por Sergio Urribarri]. Como en todos estos años, el futuro electoral de este espacio político depende del proyecto colectivo”.

En la última semana de 2014 la principal preocupación del kirchnerismo puro fue aprobar la ley que dispone la elección directa de legisladores del Parlasur, un interés que no estuvo guiado sólo por la necesidad de conseguir eventuales fueros para la Presidenta. Por una modificación introducida en el trámite parlamentario, el proyecto deja a criterio de cada fuerza política la decisión de definir en las PASO sus postulantes para el organismo regional. En el Gobierno imaginan a Cristina Kirchner como cabeza de una lista única en ese tramo de la boleta, dentro de una interna del Frente para la Victoria con un trío de candidatos presidenciales. Eso le permitiría ser la figura más votada en agosto y eclipsar, al menos temporalmente, al ganador de las primarias. Sería un triunfo simbólico para la construcción del nuevo relato “vamos por la re-re del proyecto sin importar quién es el presidente”. En este contexto se entiende el esfuerzo de Jorge Landau, el laboratorista reglamentario del oficialismo, por evitar que toda la oposición pueda consensuar una lista única para el Parlasur. Aun si Cristina finalmente no se postula, con estos movimientos habrá ganado varios meses de incertidumbre a su favor.

Tal como está estructurado hoy el sistema electoral, las PASO se encaminan a funcionar como una elección general anticipada en la que se van a posicionar los dos candidatos con más posibilidades de disputar la presidencia. En este contexto los comicios de octubre actuarían como un falso ballottage.

Dos cuestiones se definen en paralelo en las primarias de agosto. Por un lado, la interna oficialista, fuertemente influida por el rol de Cristina Kirchner. “Ella perdió la capacidad de decidir quién puede ser su sucesor, pero aún conserva margen para influir sobre quién no quiere que sea”, graficó un operador oficialista la reciente embestida contra Scioli. En el entorno del gobernador buscaron minimizar el episodio, pero sintieron el impacto. Súbitamente temieron ser desplazados del espacio y vacilaron al interpretar el silencio del peronismo tradicional, gobernadores e intendentes a los que consideran sus aliados contra la línea dura de Olivos. Saben que nunca llegará la bendición de Cristina, pero necesitan mantenerse cerca porque dos tercios de sus votantes son defensores del “modelo”, del que ella es la única titular del copyright. Este es el dilema de Scioli: su aspiración presidencial requiere que le cedan los derechos de reproducción, aunque él esté pensando en liderar una versión propia del “proyecto”. Randazzo es una pieza funcional para la estrategia oficial porque es quien mejor mide en los sondeos después del bonaerense. Tiene detrás de él un par de auspiciantes de peso: Carlos Zannini y Máximo Kirchner. Pero también por eso genera resistencias, sobre todo en sectores del PJ. Por su parte, Urribarri deslizó que busca aglutinar a Domínguez y a Agustín Rossi en un frente común contra los dos protagonistas centrales del espacio. Un anticipo de que la interna del FPV seguirá subiendo de temperatura.

El otro interrogante que se va a dirimir en las PASO es quién será el candidato opositor que enfrente al kirchnerismo, segmento que se disputan Sergio Massa y Mauricio Macri. Mientras la disputa oficialista se ocupe de desgastar a Scioli, ellos tratarán de romper la sensación de paridad para poder polarizar con el oficialismo a partir de las primarias. No les resultará sencillo. Un estudio de la consultora Isonomía muestra que el 48% de los que dicen que votarían a Macri podría hacerlo por Massa, y que el 44% de los que se inclinarían por el diputado podría terminar apoyando al jefe de gobierno. Es más, alrededor del 40% de los supuestos votantes de ambos afirman que también podrían optar por Scioli, lo que habla de sus perfiles superpuestos y del enorme desconcierto de la opinión pública.

Esta percepción se entrecruza además con los posicionamientos frente a la dicotomía continuidad-cambio, que es la que prevalece en toda elección presidencial. La variable principal que desnivela esa balanza es la economía, pero hoy su incidencia aparece estancada, porque si bien la situación se ha deteriorado en forma profunda en 2014, el proceso no parece conducir a una crisis inminente. A cambio de garantizar gobernabilidad, el kirchnerismo logró un peligroso acostumbramiento a las deficiencias estructurales. Por esa razón, aunque la inflación y el desempleo figuren entre las tres principales preocupaciones sociales junto a la inseguridad, los candidatos opositores se deben esforzar para imponer un discurso de transformación en los sectores más populares.

Mientras se mantenga este escenario, Massa y Macri sólo aspiran a sacarse ventajas en el armado político, como prueba su disputa por los fragmentos del radicalismo. Cada uno tiene su apuesta fuerte. Para el líder del Frente Renovador es la provincia de Buenos Aires, donde lo acompaña un nutrido grupo de intendentes y en la que se aspira a liderar una interna amplia para la gobernación que le traccione votos. Allí Macri tiene escaso relieve. Por contrapartida, el mandatario porteño apuesta al efecto contagio de las elecciones anticipadas. En junio habrá votaciones en Santa Fe y en julio en la ciudad de Buenos Aires, dos distritos donde apuesta a ganador, y en los que el massismo tendrá un rol periférico.

Las definiciones recién empezarán a llegar a partir de marzo. El camino hasta entonces apenas será visto en el futuro como una selfie desenfocada de la primera disputa por el poder real en doce años. Una herencia sin dueño.

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