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Isonomía Consultores en El Cronista Comercial – 17/05/2016

Es la economía, estúpido, pero ¿cuál?

Por: Juan Manuel Germano

Desde hace más de 15 años, existen dos cuestiones que aparecen sistemáticamente como el principal problema: inseguridad y economía. En términos de aprobación, a los gobiernos les va mejor cuando se discute el primero de los temas, básicamente porque la responsabilidad se comparte: el Poder Ejecutivo, los jueces, la legislación vigente, la desigualdad social, entre otros. Cuando el principal problema pasa a ser la economía, los gobiernos sufren.

De esta manera, las percepciones económicas poseen una fuerte correlación con el nivel de aprobación de los gobiernos, pero es necesario desglosar el problema para poder acceder a respuestas menos obvias. En nuestro país hay tres palabras catastróficas: devaluación, inflación y desempleo. Independientemente de realidades o percepciones, la opinión pública sigue sosteniendo cierta lógica binaria a la hora de procesar los hechos políticos y económicos del día a día. Sinceramiento tarifario contra ajuste brutal; vuelta al mercado financiero contra Patria o Buitres. Veamos en profundidad.

La devaluación de la moneda, como resultado de la salida del cepo cambiario, fue el eje que más rápidamente fue digerido por la ciudadanía. En este momento, el factor “dólar” no solo no aparece en las tapas de los principales diarios, sino que prácticamente desapareció de las preocupaciones cotidianas. Si bien los estudios muestran que cerca del 85% de los argentinos no compra dólares de manera asidua (ni compraba cuando la venta estaba restringida), la presencia del tema en la agenda pública es sinónimo directo de preocupación.

La inflación es el fenómeno que más creció en las preocupaciones ciudadanas y tal vez sea el único elemento que quiebra casi por completo la visión política o ideológica de los votantes.

Independientemente de si uno aprueba o no el rumbo de la gestión gubernamental, el precio en la góndola golpea por igual, afectando concisamente al metro cuadrado de los ciudadanos. En este sentido, el gobierno cuenta con dos ventajas: la opinión pública le otorga mayor responsabilidad por la suba de precios al sector privado (30%) y a la gestión anterior (26%) que a la actual (25%); y más del 60% de los argentinos confían en que Macri podrá controlar la inflación. Sin embargo, estas ventajas tienen fecha de vencimiento, aún indefinida. Tal vez los resultados económicos del segundo semestre sean clave.

La desocupación o el temor a perder el trabajo es una variable bisagra en vínculo sociedad-gobierno, aunque por el momento no se ha instalado socialmente con la misma potencia que la inflación. Así, continúa siendo un tema que se mide principalmente dentro de una lectura política: aparece con fuerza entre los sectores más lejanos a Cambiemos (32% cree que puede perder el empleo), pero disminuye notablemente en los de apoyo medio (12%) y mucho más en el voto duro (4% de temor).

Esto explica la coexistencia de una percepción del presente económico negativa y niveles de aprobación presidencial relativamente altos. Sobre estos tres ejes, el Gobierno ha sido exitoso en sacar de agenda la devaluación y el dólar y todavía cuenta (aunque no indefinidamente) con cierto tiempo social otorgado para bajar la inflación. La variable a seguir con atención en estos meses será la desocupación y su percepción social. Si este temor se sienta en la mesa de los argentinos como ya lo hizo la inflación, será una pesada mochila para el año electoral venidero.

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