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Isonomía Consultores en Clarín – 23/06/2016

Hay una corrupción que retumba con más fuerza

Por: Juan Manuel Germano

Los argentinos acusan normalmente dos grandes problemas: preocupación por la inseguridad y por las cuestiones económicas. En momentos específicos crece una queja en base a la corrupción que puede llegar a los extremos vividos en 2001, pero normalmente convive como una preocupación de baja intensidad. Asimismo, pueden encontrarse dos enfoques desde el punto de vista del análisis de opinión pública que permiten comprender mejor ciertas dinámicas de relación entre la ciudadanía y la dirigencia política: un enfoque general contra una perspectiva personal. Cuando los problemas se palpan en el plano más íntimo, es cuando las repercusiones en términos electorales son más probables.

La inseguridad es un problema estructural que presenta una complejidad tal que, lamentablemente, termina teniendo una relevancia electoral limitada. Independientemente del abordaje (general o personal) que pueda realizarse, la credibilidad que le otorga la ciudadanía a una potencial solución desde la política es abismalmente baja.

Lejos de ser una dificultad conceptual, la inflación se instaló en la mesa diaria de todos los argentinos. El 51% cree que el país está hoy peor que hace un año y el 47% considera lo mismo de su economía personal. De todas maneras, la percepción de la situación futura se sostiene con altos niveles de expectativas, cercanas al 65%, en ambos enfoques. Esto explica en parte que el gobierno nacional mantenga niveles de aprobación cercanos al 60%, aun en un semestre en donde muchas de las malas noticias se sintieron a nivel personal (aumento de tarifas) y muchas de las buenas por el momento se mantienen en una lógica menos perceptible (fin del conflicto holdouts).

Finalmente, los últimos hechos potencialmente vinculados a hechos de corrupción presentan una cercanía que pocas veces se observa en estos casos: la crudeza de las imágenes. La cuenta de dólares en la Rosadita o la cinematográfica captura de José López ponen en jaque las palabras de Friedrich Nietzsche cuando afirmaba que no había hechos, sino interpretaciones. Lo grotesco de estos episodios retumba con más fuerza que otros escándalos públicos como la causa Hotesur, Panamá Papers o tantos otros. Nuevamente, lo visible contra lo genérico.

Tanto el macrismo como el kirchnerismo se enfrentan con desafíos disimiles pero que comparten un enfoque de influencia más personal que general. Uno contra la economía, el otro contra la corrupción. En este punto, siempre es el gobierno quien tiene, para bien y para mal, mayor capacidad para influir en el metro cuadrado ciudadano y la oposición, cualquiera sea, corre en desventaja. Cambiemos necesitará efectivizar mejoras palpables a nivel económico para entrar al año electoral venidero con una mayor base de apoyo mientras que el kirchnerismo deberá luchar para convencer que estos casos son aislados, y no parte de una dinámica estructural de su funcionamiento pasado. El nuevo equilibrio que pueda surgir de esta dinámica y en como la ciudadanía vea afectado el seno más íntimo de su hogar podrá generar una reestructuración del mapa político en términos de percepción de opinión pública, abriendo la posibilidad a que nuevos dirigentes ocupen espacios en esta estructura.

 

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