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Isonomía Consultores en Ámbito Financiero – 21/04/2016

Macri apuesta a Cristina como factor tóxico (que puede fallar)

Por: Pablo Ibáñez

Claudio Bonadio produjo el abracadabra de unir a tribus ultra: los M y los K. Desde los extremos del espectro político bastardearon, a coro, al juez federal por su citación a Cristina de Kirchner pero, con el hecho consumado, en los dos campamentos lo agradecieron secretamente: el kirchnerismo porque sirvió la excusa del regreso de Cristina; el macrismo por lo mismo.

Ayer la expresidente encabezó su segundo acto político desde el regreso, hace 10 días, y hoy le dará visibilidad a la crisis del bloque de senadores del FpV: espera, en el Instituto Patria, bajo la mayordomía de Oscar Parrili, a más de 20 integrantes del bloque que preside Miguel Angel Pichetto.

Esa bancada es el anteúltimo dique del peronismo territorial. Dos tercios de esa bancada, votó a favor del pago a los buitres contra la posición de sus pares de diputados y el manifiesto rechazo de la expresidente. Y unos pocos, entre ellos Juan Manuel Abal Medina, fueron al acto de Comodoro Py. Pero hoy irán a ver a Cristina de Kirchner.

El capítulo se perfila similar a lo que ocurrió con los intendentes bonaerenses: unos pocos, bien fieles, piden la cumbre y después empiezan a invitar. “No es fácil decirle que no a una invitación de Cristina”, sintetizó un operador del PJ sobre la presencia de los alcaldes del G-12 que asistió casi en pleno (salvo Gabriel Katopodis) pero ninguno habló.

La hiperactividad de la expresidente es un fenómeno que pocos imaginaban hace 20 días. En una semana y media, juntó una multitud en Comodoro Py, alineó a los diputados, reunió a los alcaldes de la provincia y a las organizaciones sociales, a un club de artistas, pisó el conurbano rabioso, verá a los senadores y mandó a operar para tener una foto con gobernadores, entre los que dieron el sí, el formoseño Gildo Insfrán, la catamarqueñaLucía Corpacci y su cuñada Alicia Kirchner.

El despliegue de Cristina de Kirchner eclipsó a los demás opositores. Entre el Panamá Papers y el regreso de su exjefa, Sergio Massa se volvió casi invisible. Juan Manuel Urtubey suena pero solo en las revistas del corazón por su casamiento con Isabel Macedo.

Eso parece ir más allá de la coyuntura. Un sondeo de la consultora Isonomía, previo al regreso de la expresidente, muestra que Cristina de Kirchner es vista como la principal opositora (28% de consultados) pero si se suma a las entidades satélites (kirchnerismo, Máximo K, La Cámpora, Kicillof, Aníbal F., Daniel Scioli), llega a 54% mientras Massa tiene 12% y Urtubey apenas 1%. Hay más de un 30% que no define ningún principal opositor, no se decide o piensa en otros.

Eso no debe leerse como que más del 50% ve bien al universo K sino qué actor político se recorta como el principal rival y antagonista. Ese dato puede enlazarse con uno que reportó ayer Ibarómetro que refleja que casi la mitad de consultados que respaldan a Macri, lo hacen porque “representa un cambio al kirchnerismo”. Simple: en algunos sectores, Cristina de Kirchner embellece a Macri.

El macrismo adhiere, con fervor, a esa tesis y por eso se mueve con la convicción de que la reaparición de la expresidente le resulta funcional: porque revalida expectativas sobre el Gobierno y porque es un factor que considera tóxico en cualquier proceso de reunificación del peronismo.

En el PRO se mueven sobre una base: para 2017, más que ampliar la base de sustentación propia, la posibilidad de victoria está dada por la fragmentación del universo opositor. Cristina como jefa de un pedazo de peronismo; Massa por otro lado, quizá un peronismo de matriz posduhaldista, la izquierda con sus puntos de siempre y el centroizquierda con sus puñaditos, salvo Margarita Stolbizer, muy cerca a Massa a pesar del menú de ofertas que le hizo el PRO antes y después de ganar el balotaje.

“Margarita padece un síndrome de temor a estar en el poder. Le gusta ser oposición, es más cómodo”, la tirotean desde el PRO.

Los Kirchner también eligieron a Macri como enemigo perfecto y, al final, lo tuvieron como heredero. El macrismo parece, ahora, aplicar la misma lógica: montado a los números que le ponen al kirchnerismo una base de 15/18 y un techo de 25% que, en provincia de Buenos Aires, oscila en 32% (el piso en las peores elecciones, las de 2009 y 2011), el PRO cree que una Cristina presente y expansiva es un elemento ventajoso para Macri en la disputa de 2017.

Una novedad de corto plazo es que, a priori, Cristina de Kirchner parece estar juntando más peronismo que el que se suponía. La otra, vista en el seno del PRO bonaerense muy cerca de María Eugenia Vidal, es que el peronismo/FpV tiene dos potenciales candidatos competitivos, Cristina y Scioli, y el FR lo tiene a Massa, el opositor con mejor imagen y más alta rotación, mientras el macrismo, salvo Jorge Macri (por portación de apellido) no tiene un candidato fuerte salvo que recurra a Gabriela Michetti.

Vuelve, por eso, un reproche a Nicolás Caputo, a quien se atribuye haber influido sobre Macri para que no elija a Marcos Peña como su vice y empujó a Michetti, que si no fuese vice hoy sería la candidata “natural” del PRO en la provincia.

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